sábado, 29 de noviembre de 2014

Numerología del día de nacimiento: 11 y 29

Como ya he comentado anteriormente, a partir de la fecha de nacimiento se obtienen los números de los diferentes factores que componen nuestro estudio numerológico. Así, el día de nacimiento nos marcará cómo somos, cómo nos relacionamos con nosotros mismos y cómo nos identificamos con los hechos cotidianos. Nos habla de consciencia, interiorización y conexión con nuestra propia alma, de hecho se le conoce como el factor ALMA.


En esta ocasión os comentaré las principales características para los nacidos en día 11 y 29, que fluyen bajo la vibración del número 11.

También puedes leer lo que dice la Numerología Tántrica para los nacidos los días:

Y para los nacidos en septiembre u octubre.

Aprovecho este post para felicitar a N, el hijo de un buen amigo, que hoy cumple 4 meses.
Un abrazo.

martes, 25 de noviembre de 2014

Premio Conóceme


Hace diez días recibí con alegría dos premios de parte de Mamá&Nené, uno de ellos, el premio DARDO ya lo había recibido tiempo atrás y me agradó igualmente volver a recibirlo, el segundo, el premio CONÓCEME me ha gustado mucho porque te da la oportunidad de presentarte ante el Mundo Bloguero no sólo hablando de lo que me ha llevado a crear un blog sino también para poder mencionar algunas cosillas más personales sobre mí y mis gustos. Se trata de responder a un pequeño cuestionario de 10 preguntas y luego nominar a otros blogs para que también lo reciban y participen.







El cuestionario y mis respuestas:

1.      ¿Por qué empezaste el blog?

Semanas después de que naciera Daniel, cuando todo lo que me desbordó en el puerperio parecía calmarse, tuve la necesidad de poner por escrito mis pensamientos y sentimientos acerca de mi propia experiencia en mi reciente maternidad. Tengo que confesar que no es mi primer blog: hace dos años lancé uno relacionado con el ciclismo urbano (www.soylistaporquesoyciclista.blogspot.com) que tengo un poco abandonado últimamente ya que llevo un año sin montar en bici. Como ya tenía esa pequeña experiencia sobre un blog, pensé que era una buena opción plasmar todo eso que me venía a la cabeza en mis largas noches de desvelo.

2.      ¿Cuál es el blog que más te inspira?

Pues lo cierto es que hay varios, pero siendo honesta os diré que uno de los primeros blogs sobre maternidad que empecé a visitar es Una Maternidad Diferente y también leo con interés y especial cariño lo que publica mi amiga Míriam Tirado (@miriamtirado) en su blog A flor de pell

3.      ¿Qué te parecen este tipo de premios?

Me gustan porque es una buena oportunidad de interaccionar con otros/as bloggers, te ayudan a darte a conocer y refuerza la comunidad virtual. A mi modo de verlo, también es un buen momento para “desconectar” de los temas habituales en nuestros respectivos blogs.

4.      ¿Cuál es tu ciudad favorita?

Barcelona, porque además de ser muy completa en cuanto a ciudad es la que mejor conozco.

5.      ¿Cuál es tu cerveza favorita?

No me gusta la cerveza, aunque a veces tomo claras.

6.      ¿Cómo sería tu día perfecto?

Mis días perfectos son todos cuando nos despertamos mi peque y yo juntitos, y lo primero que veo son sus ojos mirándome y me sonríe.

7.      ¿Cómo compaginas la vida laboral y familiar?

Decidí estar unos meses sin trabajar después de la baja por maternidad. Tengo previsto incorporarme en enero o febrero, para eso contaré con una niñera (es la señora que ayuda con la limpieza de la casa y en quien tengo mucha confianza).

8.      ¿Cuál es tu juego de cartas favorito?

El Uno y la Brisca.

9.      ¿Algún vicio confesable?

Ya casi ninguno.

10.  ¿Estás harta de contestar preguntas?

No, aunque a estas horas de la noche, estoy que no me aguanto, jeje.


Y aquí van mis blogs nominados:
1.     AnimalitosTuyYo
2.     Mamá Blogger
3.     Tetaupa
5.     Blog de una madre desesperada


Espero que os haya gustado conocerme un poco más y a las nominadas recibir este premio.

Un abrazo.



Zapatos, Zapatitos y Zapatones

Desde Madresfera he recibo la invitación para promocionar este libro infantil:
 
de Ester Llorens y Jordi Palet de la Editorial Parramón Paidotribo.








Antes de empezar a hablar sobre este libro de Realidad Aumentada para niños de 3 a 6 años, me he estado informando por la red y la verdad es que me ha encantado lo que he visto.
Quienes estéis familiarizados con la Realidad Aumentada sabréis que hasta ahora añadía elementos de juego centrados sobre todo en libros divulgativos, de conocimientos, adecuados a una u otra edad; pero nunca para niños tan pequeños y con un foco tan claro en la continuidad y enriquecimiento de la historia con sonido, música, voces, elementos en 3D, profundidad; así se consigue que los pre-lectores no pierdan el hilo, y permite entender la historia a los más peques que todavía no dominan las habilidades lectoras. Interesante, ¿verdad?
Es un cuento ideal para regalar a tus hijos, sobrinos, amigos, en cualquier momento del año, pero ahora que se acerca Navidad y Reyes, será el regalo ideal, porque además podrán disfrutar del libro junto con su tablet.

Es una idea genial, ¿verdad?

Mi bebé solo tiene 7 meses y a lo más que llega es a meterse mi Android en la boca ;-) pero tengo sobrinos/as que están en esa edad ideal para familiarizarse con la lectura (porque con las nuevas tecnologías ya están sobradísimos jeje) así que por aquí voy a repartir más de uno.

¿Quieres saber más sobre este fantástico libro?
Pues para los más peques se presentan un montón de posibilidades: además de disfrutar con los sonidos y las imágenes en movimiento, podrán acabar los dibujos a su gusto, crear a partir de la propuesta de actividades y convertir cada página en una experiencia única CON REALIDAD AUMENTADA (Disponible para APP Store y Google Play). ¿Verdad que es una gozada?
El argumento les encantará porque está lleno de aventuras: Benito, el zapatero, cansado de que en su tierra no valoren su oficio, emprende un viaje que le conduce a un país lejano, donde tendrá que remendar el calzado de personajes que parecen salidos de otro mundo: las botas de siete leguas de un temible ogro, unos zapatos de cristal, los zapatones de un payaso, los zapatitos gastados de las hijas bailarinas del rey... (seguro que todos esos personajes y sus zapatos te suenan, ¿verdad?) Su trabajo es importantísimo, ya que, sin él, los personajes de estos cuentos no podrían ir muy lejos... ¿Quieres ayudar a Benito a dejar estos cuentos bien calzados?
Regálales a los más peques la posibilidad de disfrutar de este cuento maravilloso, lo pasarán genial y tú viéndolos!!
Cómpralo aquí y asegúrales un regalo enriquecedor, interactivo y que promueve la cultura a través de la lectura.
Yo estoy deseando que me llegue el mío!!!

lunes, 10 de noviembre de 2014

El parto que no soñé

El jefe de obstetricia del Hospital Materno había dictado sentencia:

“Hoy se termina tu embarazo. Tu hijo nacerá entre hoy y mañana”.

(Si quieres saber cómo llegamos hasta aquí, puedes leer mi anterior entrada Un embarazo de 34semanas)

Me llevaron a una consulta que hay en la misma planta y allí me explicó que me iba a introducir una cinta en el cuello del útero para madurarlo, porque en ese momento estaba perfectamente cerrado como correspondía a la semana 34 de gestación. Luego me dio una hoja donde explicaba que me iban a inducir el parto y tenía que dar mi consentimiento. Y de viva voz me resumió los motivos por los que me lo tenían que provocar:
     -  Padeces preeclampsia y la única manera de “curarte” es haciéndote parir.
     -  Como ya has cumplido la semana 34, hay menos riesgos para tu hijo que si fuese antes.
     -  Está en riesgo tu vida y la de tu bebé, y no se descarta cesárea, aunque vamos a intentar un
         parto vaginal.
     -  Al ser inducido, va a ser largo, prepárate para unas 12 horas.
Una vez introducida la cinta, me recomendó que estuviese un par de horas sin moverme mucho, recostada en la cama. Podía comer, porque, como dijo, iría para largo.
Era media mañana del lunes 7 de abril. Me fui a mi habitación y me acosté en la cama. Hacia la una y media me trajeron la comida y comí. Y en seguida empecé a notar unos dolores en el bajo vientre, parecidos a los dolores de regla. Eran suaves. Se lo comenté a mi madre y a la comadrona que estaba de turno esa tarde (un cielo, por cierto). Cuando terminé de comer me pusieron los monitores. No había cambiado nada con respecto a los movimientos fetales (a los no movimientos), pero en la gráfica se empezaban a apreciar las contracciones. Yo seguía con esos “dolores de regla” que, según me confirmó la comadrona, eran contracciones de parto. Me pidió que la avisara cuando empezara una y así lo hice, entonces me explicó cómo respirar para conseguir relajarme y que pasara el dolor cuanto antes: “Mírame a los ojos y mira como lo hago”, me dijo. “Coge aire, coge aire, un poco más… y ahora lo vas soltando todo seguido, sin parar, ¡vamos así, muy bien! Hazlo cada vez que sientas una contracción”. Y en esas estábamos, mirándonos la una a la otra y respirando juntas. Así pasé un par de contracciones sin enterarme. Me dejó con mis respiraciones y acompañada de mi madre. Yo estaba muy tranquila, la verdad, y aquellos dolores me parecían muy llevables, quizá tengan razón quienes dicen que las mujeres que padecemos dismenorrea (fuertes dolores menstruales), sobrellevamos mejor los dolores de las contracciones.
A eso de las seis menos veinte de la tarde, noté como una pequeña explosión dentro de mi vagina, algo suave, como un puf. Y acto seguido empezó a salir líquido. Llamé a la comadrona que confirmó que se trataba del líquido amniótico, así que había roto la bolsa de forma espontánea. En apenas cinco minutos ya me estaban bajando a la sala de partos. Me despedí de la comadrona y de mi madre. Mi marido vino conmigo.
Seguía con las contracciones cada vez más fuertes y seguidas, pero que yo llevaba muy bien gracias a los consejos sobre la respiración de la comadrona Cielo. Uno de los médicos que estaba en la sala de partos (entraron por lo menos cuatro en el tiempo que estuve allí y no fue más de una hora), me dijo que lo estaba haciendo estupendamente y que me relajaba muy bien. Con su mano introducida dentro de mi vagina, lo que me causaba más dolor que las contracciones, me pidió que empujara.
(Foto hecha por mi marido en la sala de partos cuando todo parecía ir estupendamente)


“¿Y cómo tengo que empujar? Es que no sé qué tengo que hacer, ¡no me ha dado tiempo a terminar las clases de preparación al parto!" Fui tan expresiva, que causé risas entre el personal.
Empujé, y de nuevo me dijo que lo estaba haciendo muy bien. Así que, según parecía, el jefe de obstetricia se había equivocado en lo de “parto largo”, todo iba bien y rápido. Ya estaba dilatada de cuatro centímetros cuando una de las auxiliares me dijo en ese momento que podía pedir la epidural cuando quisiera.
“¿La epidural? Si solo estoy de cuatro centímetros… no, no, de momento no”.
 


Entonces entró otra doctora, metió su mano de nuevo en mi vagina (¡Dios, por qué tienen que hacer tanto daño!) y espetó:

“A quirófano, urgente, hay que hacer cesárea”.
¿Qué está diciendo esta loca? Pensé.
“¿Como que cesárea? ¡Si voy muy bien!”.
“Tú vas muy bien, pero tu hijo no aguanta un parto, le bajan las pulsaciones cada vez que tienes una contracción. Hay que sacarlo ya.”
Busqué al otro doctor con la mirada, y asintió, miré a mi marido que puso cara de “¡qué le vamos a hacer!” y entonces rompí a llorar como una niña: “¡Yo no quiero cesárea!!”. Pero no se trataba de lo que yo quisiera, como me hicieron saber inmediatamente, sino de lo más conveniente para mi hijo y para mí. "Ya se los explicarás a tu hijo", me dijo una de las auxiliares. Pedí que me acompañara mi marido, pero me dijeron que él tenía que quedarse fuera, así que me tenía que quedar sola (obviamente, no sola en el sentido estricto, ya que el quirófano estaba lleno de personal médico), pero estaba sola, iba a tener a mi hijo sin poder verlo nacer, sin que mi marido pudiese estar cogiéndome la mano y explicándome cómo iba todo, sin poder desahogarme por lo nerviosa y asustada que estaba. SOLA.
Nadie me había preparado para ese parto. En las pocas clases de formación prenatal a las que pude asistir no me dijeron que, a veces, no se puede parir como una ha soñado, no me explicaron el procedimiento de una cesárea, no me prepararon para saber que se trata de una operación de grado mayor y que hay que estar en observación varias horas después como en cualquier otra intervención quirúrgica, no sabía que tendría que estar sola en todo ese proceso. Claro que conozco mujeres que han tenido a sus bebés por cesáreas, pero nadie entra en esos “detalles”, y si encima te pilla de novata como a mí, pues lo vives fatal. Yo por lo menos tengo muy mal recuerdo de mi parto y sobre todo, de las primeras horas después del parto.
Aquello no tenía nada que ver con el parto que yo había soñado, que había imaginado tantas veces. Me había visto pariendo de forma natural, acompañada de mi marido, viendo a mi hijo nacer. Me había visto así muchas veces, con mi bebé impregnado de fluidos encima de mí, oliéndolo, besándolo, respirando con él, conectados todavía por el cordón. Me emocionaba pensarme así, pariendo. Llevándome a mi hijo al pecho, haciendo el piel con piel desde el primer momento.
Nunca soñé que mi hijo nacería en un quirófano. Que lo sacarían de mi barriga sin yo sentir nada. Que no podría verlo, ni olerlo, ni tocarlo. Nunca imaginé que se lo llevarían tan de prisa que apenas podría ver asomar uno de sus pies de entre un barullo de sábanas verdes. Que sólo podría ver su cara un segundo antes de que la enfermera lo volviera a tapar rápidamente para que no se enfriase.
Ese no fue el parto que yo soñé.
Daniel nació a las ocho de la tarde de aquel lunes 7 de abril. Lo vi a un metro de distancia. Ni siquiera me lo acercaron a la cara para que pudiera rozar sus mejillas. No dudo que todo lo hicieron por el bien de mi hijo y para que llegase lo antes posible a urgencias de neonatología, pero ¿de verdad no podían habérmelo acercado un par de segundos, para darle un beso, para susurrarle “Tranquilo, mi amor, mami está aquí, todo va a ir bien”?
Unos minutos después de que se lo llevaran, vino la pediatra de guardia de neonatología para decirme que mi hijo estaba estupendamente, todos sus niveles eran correctos y había llorado mucho (todo el recorrido hasta la sala de neonatos parece ser que lo hizo llorando). Yo no podía ni hablar, ahogada entre sollozos. Y allí me quedé, sola de nuevo, mientras detrás de una sábana que tapaba la mitad de mi cuerpo escuchaba la conversación de las dos personas que me estaban cosiendo la barriga. Nadie hablaba conmigo.
Hasta aquí, probablemente mi parto no difiera mucho de otros tantos cientos o miles. Muchas mujeres han vivido la experiencia de una cesárea. Muchas han tenido bebés prematuros que han sido separados de ellas para ser ingresados en neonatología y permanecer en incubadoras. De lo que me quejo (porque sí, me quejo) es que, por lo menos en mi caso, se “deshumanizase” el nacimiento de mi hijo, o yo por lo menos lo sentí así. Los médicos, cirujanos, obstetras, anestesistas, pediatras… Hacen su trabajo, y lo hacen bien. Yo estuve muy bien atendida, y entendí en todo momento que la prioridad era la vida de mi hijo y la mía propia. Teniendo en cuenta estas circunstancias, habrá quien opine que el hecho de poder ver y tocar a tu bebé recién nacido es una nimiedad, pero para una mujer sobrepasada por las circunstancias, enferma y medicada, ingresada varios días antes, cargada de hormonas y de nervios a partes iguales, un detalle como éste significa mucho. Y más teniendo en cuenta que, aunque en ese momento no lo sabía, me esperaban casi dos días de separación de mi hijo antes de volver a verlo.
Mi parto entrará dentro de las estadísticas como uno de tantos que se intenta que sean vaginales y acaban en cesárea, pero lo que vino en las horas posteriores fue de mal en peor: la lenta recuperación, el postparto, la separación de mi hijo durante tantas horas, la tardía mejoría de mi salud, mi lactancia frustrada…
Mientras sigo escribiendo y contando cómo fue, os dejo el enlace a una entrada anterior que publiqué con motivo de la Semana Internacional de la Crianza en Brazos: Nuestra primera vez en brazos. Merece la pena leerlo para que vayáis haciéndoos a la idea de lo que viví en las horas posteriores al nacimiento de mi hijo.
Y vuestros partos ¿fueron como imaginasteis? ¿Os soñasteis pariendo como lo hicisteis? ¿Cómo vivisteis las primeras horas tras el alumbramiento?
Un abrazo.

sábado, 1 de noviembre de 2014

¡Déjame dormir, mamá!

Hace un par de meses leí en twitter que una madre había dejado dormir a sus hijos con la ropa sucia de haber jugado y manchada de chocolate, y que se sentía mal por ello. Otra mamá le contestó que su abuela decía: ”Si están dormidos, déjalos como están!”, y algo sabría la mujer cuando había criado a siete hijos.




Como madre primeriza e inexperta, a menudo he despertado a mi hijo, sin querer, por cambiarle el pañal de madrugada para que estuviera seco y cómodo, por insistir en que hiciera el eruptito después del biberón de la noche, por colocarlo bien en la cama porque me parecía que estaba en una posición incómoda o muy destapado… Yo lo hacía con la mejor intención, está claro, pero luego me sentía mal por haberlo despertado, sobre todo cuando rompía a llorar!

Tras leer aquel tuit, pensé “¡claro! Si está tan dormido es que está perfectamente”. Desde entonces lo dejo dormir esté como esté, hasta el punto que en el último mes han sido varios los días en que se ha saltado una toma porque estaba dormido (feliz y plácidamente dormido) y no lo he despertado para que comiera. La primera vez que no comió por seguir durmiendo me preocupé y me asusté, pensando que algo malo le podría pasar (cabe decir en mi defensa que al ser un bebé prematuro, al principio sí tenía que darle su toma regularmente, más o menos cada tres horas, hasta que cogió un poco de peso), pero cuando se despertó repartiendo sonrisas, moviéndose enérgicamente y sin un ápice de estar pasándolo mal, me relajé.

Y para muestra… Ayer mismo, lo dejé un rato en el parque jugando mientras yo preparaba el biberón y cuando entré al cuarto, estaba grogui!! Le eché la toquilla por encima para que no se enfriase, y listo!





 
Pero es que, dos horas después, seguía dormido (había cambiado de posición, eso sí).








Cuando se despertó, después de casi tres horas, le dimos su merienda y tan feliz.

El pasado sábado ocurrió algo parecido. Se durmió poco antes de la hora de la cena mientras volvíamos a casa en coche, pensé que se despertaría al subirlo a casa, pero siguió dormido; entonces pensé que se despertaría al sacarlo del cochecito, pero tampoco. Lo puse en la cuna y lo dejé allí dormido con la ropa de la calle. ¡Se saltó el baño y la cena! Durante un buen rato no supe qué hacer. Me acosté pero no me podía dormir. Finalmente le di un biberón mientras él seguía dormido, eran las tres de la madrugada. Entonces me acosté y pude dormir tranquila.

¿Os ha pasado algo así? Me imagino que sí, muchas veces, ¿verdad?



Tip Numerológico del mes 11

Edito este post que publiqué hace un año ampliando la información que publiqué entonces.
Como cada mes, os traigo el consejo numerológico. Según la Numerología Tántrica, el undécimo mes del año representa la totalidad del ser y está conectado muy profundamente con su espiritualidad. El número 11 nos invita a vivir sin alteraciones emocionales, a vivir de forma impecable, actuando con estabilidad y honestidad, a ser íntegros y justos.
Una vez hecha esta introducción sobre los aspectos más importantes del número once, os dejo el consejo numerológico para el mes de noviembre:



Un abrazo.
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