miércoles, 15 de octubre de 2014

Un embarazo de 34 semanas

Hoy se cumple un mes del lanzamiento de este blog y creo que ya va siendo hora de explicar cómo fue mi embarazo y el parto, porqué se adelantó y porqué tuvo que ser inducido. No quiero entrar en mucho detalle (hay acontecimientos que dan para un post o más de uno…) y tampoco quiero extenderme mucho. Voy a intentar resumirlo todo lo que me sea posible, pero sin omitir momentos y temas que me parecen trascendentes.

Hasta ahora he dejado caer algunas pinceladas de lo que ocurrió (en mi primer post Una mamá sin mala leche y en otro con motivo de la semana internacional de la crianza en brazos Nuestra primera vez en brazos), pero no es fácil explicarlo ni tampoco lo es echarle buen humor a lo que ocurrió. Así que toca ponerse seria para contarlo.

Tuve un buen embarazo. Así lo viví y así, a pesar de todo, lo sigo creyendo. Fue bueno, aunque corto. Quitando un par de semanas en las que tuve que hacer reposo relativo por un pequeño sangrado en la semana 10 de gestación, el resto fue bien.
 No dejé de trabajar ni de hacer otras actividades como caminar a diario o nadar dos veces en semana. Me encontraba perfectamente, tanto, que a veces se me olvidaba que estaba embarazada.

En los diferentes controles rutinarios que me hicieron a lo largo del embarazo todo (o casi todo) aparecía normal y, a pesar de mi edad (me quedé embarazada con 38 años), de haber sufrido un aborto unos meses antes y de tener hecha una conización de cuello de útero, mi embarazo tuvo un seguimiento de bajo riesgo.

Allá por la semana 27 empecé a notar que se mi hinchaban los dedos de las manos mientras estaba en la oficina y opté por dejar de ponerme anillos. Unos días después también empezaron a hincharse mis tobillos. Al principio no me preocupé mucho porque, al llegar a casa y poner las piernas en alto, bajaba la hinchazón. Pero según iban pasando los días, la hinchazón no bajaba al levantar los pies y además tampoco remitía durante la noche.

Aprovechando una de las clases de educación maternal en el centro de salud, se lo comenté a la matrona, que me llevó a una consulta y me tomó la tensión. Vio que la tenía un poco alta y me mandó a casa con instrucciones de tomarme la tensión regularmente y acudir a urgencias si rebasaba el límite de 140/90. No tuve que esperar mucho para que esto sucediera. Dos días después tenía la tensión a 145/95 y la hinchazón de los pies empezaba desde la mitad de la pierna y terminaba en una bola sobre el empeine que me dolía y me molestaba al caminar (tuve que comprarme unos zapatos dos números más grandes de mi talla). Ese jueves 3 de marzo me dirigí a urgencias del Hospital Materno Infantil de Málaga acompañada de mi marido y de mi madre. Después de tenerme seis horas en observación con monitores, de realizarme analíticas de sangre y orina y de suministrarme un Valium, me enviaron a casa con un tratamiento para la hipertensión gestacional (una pastilla tres veces al día) y con indicaciones de llevar una dieta baja en sal.

Al cabo de un par de semanas de tratamiento parecía que la tensión arterial se había estabilizado, incluso había bajado un poco, pero esta mejoría apenas duró unos días. La hinchazón de los pies nunca disminuyó y continué con el tratamiento. Justo cuando se cumplía un mes, en la semana 33 de gestación, volví a encontrarme mal. De nuevo un jueves. Recuerdo que aquella tarde me costaba mucho caminar y moverme. Fui a recibir una sesión de Reiki como ya había hecho otras veces, y tardé en hacer el trayecto desde casa algo más de media hora, cuando normalmente lo hacía en diez minutos. Salí de la sesión muy relajada y con intención de acudir a mi clase de natación prenatal, pero seguía encontrándome mal y decidí parar en una farmacia para tomarme la tensión. Descansé sentada unos minutos antes de la medición. Cuando el farmacéutico vio el resultado del tensiómetro, me miró a los ojos y me dijo “Deberías ir a urgencias cuanto antes”. Estaba a 150/10.

Unos minutos después ya me había recogido mi marido en la puerta de casa y enfilamos de nuevo hacia el hospital materno. De nuevo me tuvieron en observación con monitores, me realizaron las oportunas analíticas y me administraron Valium otra vez. Apenas una hora y media después ya tenían el resultado del análisis de orina. Entonces se me acercó el doctor que estaba de guardia y me dijo: “Te vas a quedar ingresada. Te ha salido proteína en la orina, así que el diagnóstico es preeclampsia. Y en previsión de que te tengamos que adelantar el parto, te vamos a poner la inyección de maduración de los pulmones”.

¡Toma ya! ¡Vaya tres frases para digerir así de sopetón!

Al recibir esta noticia, en un primer momento no me lo tomé muy mal. Me daba palo lo de quedarme ingresada, pero no creía que me tuvieran que provocar el parto, con el buen embarazo que había tenido hasta ahora… Entonces se me acercó una enfermera y me dijo: “Aquí tenemos un dicho: entras con la tensión y sales con tu bebé”.

El sábado cumplí la semana 34 de embarazo. Todo ese fin de semana lo pasé conectada a los monitores. Las pocas veces que me “soltaban” las correas sentía un gran alivio. Me monitorizaban mucho porque, debido a la cantidad de medicamentos que me estaban suministrando, había disminuido mucho el movimiento fetal. ¡Con lo que se movía mi bebé, que hasta tengo videos grabados de mi barriga dando “saltos”, y ahora apenas lo notaba! Por más que me tocaba la barriga, le hablaba, le cantaba, lo achuchaba, caminaba… nada. Me daban zumos con azúcar, me introducían glucosa por vía, y nada. No se movía. Imaginaos mi angustia, y la preocupación del personal médico.
El domingo fue un día largo. Muy largo. Desde por la mañana, el médico que estaba de guardia vino a visitarme en varias ocasiones, comprobando los resultados de los monitores y de mis tomas de tensión. Estaba realmente preocupado. En varias ocasiones me dijo “No comas nada por si te bajo a hacerte la cesárea”. Más tarde regresaba después de reunirse con el equipo y me decía: “Bueno, come, porque de momento no te vamos a hacer nada.” Unas horas después volvía a aparecer y me repetía lo mismo: “No comas por ahora porque seguramente te vamos a hacer la cesárea”. Para volver más tarde a decirme que no me la iban a hacer. Así tres o cuatros veces. ¡Dios mío, si me vais a hacer algo, hacédmelo ya!!! Me iba a volver loca, y eso no ayudaba a bajar mi tensión arterial. Finalmente por la tarde me realizó una ecografía y vio que, a pesar de todo, el bebé estaba bien, así que optaron por no hacer nada ese día y por fin pude descansar un poco.

A media mañana del lunes me visitó el jefe de obstetricia del hospital. Traía los resultados de las últimas analíticas y lo más destacado, además de que la tensión no había bajado con el tratamiento, fue que los niveles de proteína en orina se habían multiplicado por cuatro. Me explicó que la preeclampsia es una enfermedad del embarazo, que le pasa a algunas mujeres y que no tiene cura. La única cura es parir.

Y entonces pronunció una frase que aún resuena en mi cabeza y de la que a día de hoy todavía no estoy “curada”, porque, aunque pueda parecer raro teniendo en cuenta los acontecimientos de aquellos últimos cuatro días, no estaba preparada para lo que iba a pasar:

“Hoy se termina tu embarazo. Tu hijo nacerá entre hoy y mañana”.

 Lo que pasó a continuación da para mucho, porque mis problemas no terminaron ahí.

Pero no quiero extenderme más por ahora así que os seguiré contando en próximos posts porqué mi parto tuvo que ser por cesárea (se intentó que fuese vaginal), porque seguí ingresada nueve días más, porqué tardé dos días en ver a mi bebé después de dar a luz, porqué no conseguí una lactancia “normal” y tuvo que ser en diferido, etc. Así que, como veis, todavía hay mucho que contar y lo iré desgranando en futuras publicaciones.

Un abrazo.

15 comentarios:

  1. Madre mía por todo lo que has pasado!!! Deseando estoy de ver cómo evolucionó todo!!! Un beso!

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    1. Gracias Krika! No fue fácil ni tampoco el puerperio. Aunque ahora que han pasado 6 meses me va pareciendo muy lejano... Un beso.

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  2. De verdad, es que me arde la sangre con la poca humanidad que demuestran tener algunos profesionales del hospital... Vaya 3 frases que te soltaron: ingreso, preemclapsia e inyección para los pulmones. Y hala ya te las apañas!!! A mí me dieron un postparto, que telita! Uno que me va a poner 3 bolsas dr sangre, otra que mi bebé es carne de biberón... Te dejo el link http://hijitisaguditis.blogspot.com.es/2014/09/el-postparto-ese-gran-desconocido.html
    Unhttp://hijitisaguditis.blogspot.com.es/2014/09/el-postparto-ese-gran-desconocido.html
    Desde luego hay heridas que cuesta sanar, date tiempo. Yo aún estoy en ello después de 5 meses. Un saludo guapa!

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    1. No es fácil bregar con el personal médico. Ya seguiré contando mi estancia hospitalaria que duró 13 días! Afortunadamente somos fuertes, no se entiende sino que aguantemos lo que aguantamos! Voy a leer tu post. Gracias!

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  3. Qué duro... lo debiste pasar fatal :(

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    1. Sí lo fue, y todavía pasaron más cosas, pero ahora que han pasado 6 meses me va pareciendo algo lejano. Un abrazo.

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  4. Me pasó exactamente lo mismo que a tí, solo que mi tensión no era alarmante hasta la semana 37, y en la revisión ginecológica de esa semana..... ya no salí.... Bueno, ya no salí sola. Allí me quedé y me provocaron el parto ese mismo día. Con lo puesto... !!! Así que te comprendo perfectamente! Un abrazo!

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    1. Vaya, entonces también te pilló desprevenida! ¿Cómo fue tu parto? Un abrazo

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  5. Ay querida, otra preeclampsia como la mía. Aunque a mí me apareció un poco más tarde y los síntomas eran diferentes. Puedo imaginarme por qué seguiste ingresada y por qué tuviste los problemas de lactacia. La preeclampsia es terrible y da miedo, mucho miedo. En mi caso intentaron no asustarme mucho y no me enteré de que lo tenía hasta el final. Estaba con la tensión por las nubes pero la proteína no estaba tan claro, hasta que se vio que sí. Al menos me queda el consuelo de que la enfermedad me salió tarde y que el pequeño pudo nacer en la semana 36. ¿Te imaginas que pasa en la 30 o antes? Yo la verdad es que tengo pánico a esta enfermedad y a que vuelva a ocurrirme.
    Un beso enorme, estoy deseando leer la continuación

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    1. Hola! La verdad es que sí que sentí miedo, sobre todo cuando mi bebé apenas se movía. Yo empecé con los problemas de tensión allá por la semana 28 más o menos, me pusieron tratamiento y al cabo de un mes fue cuando volvió a subir la tensión y entones apareció la proteinuria. Por suerte, mi niño, a pesar de haber nacido 40 días antes de la fecha prevista, nació con todos los valores normales y solo estuvo 8 días en intermedios de neonatología. Un abrazo guapa.

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  6. Hola. Yo tenía la tensión perfectamente y mi embarazo iba normal, no tenía casi barriga(la gente que me conocía poco no sabía que estaba embarazada) y tenía nauseas, pero bueno, era un segundo embarazo e iba tirando.
    Cuando estaba de 35 semanas y media un sábado me levanto, atiendo a mi hija mayor que tenía 13 meses y a las diez y media de la mañana empecé a sentir contracciones superseguidas. Eran tan fuertes que me di una ducha a mil por hora y mi marido y yo nos fuimos al hospital con la niña y él empezó a llamar a la familia desde allí. Ingresé a las doce y diez y a las doce cuarenta el niño ya había nacido, pero lo preocupante fue mi tensión, que tenía 150 10, les pareció peligrosísimo y dijeron que el parto se me había adelantado tanto porque era una respuesta del cuerpo para evitar algo mucho peor, que esas cosas se curan pariendo(lo que te dijeron a ti). Me dejaron diez días ingresada, y con la niña pequeña en casa y el otro en incubadora lo llevaba fatal, la verdad. Menos mal que luego todo pasa, el niño se vino enseguida conmigo, la niña estaba requetemimada por todos y todo se arregla, pero vaya mal trago.
    Creo que fueron muy bruscos al decirte lo de la inyección de madurar el pulmón, no se dan cuenta de que las personas normales tendemos a dramatizar por desconocimiento, y se sufre mucho. Pero acabo de ver en face unas fotos de tu niño y es un muñeco, te mereció la pena. Un besín.

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    1. Hola Gema! No había visto tu comentario hasta hoy! Menudo susto el tuyo, solo de imaginarlo me acongojo.
      Muchas gracias siempre por tus comentarios de ánimo, te lo agradezco. Mil besos.

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  7. Vaya tela, menos mal que por lo que he leído todo acabó bien. Muchos besitos para tí y para ese campeón!

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    1. Sí, la verdad es que Daniel está muy bien y no se le nota que fue prematuro. A mí me está costando un poco más superarlo.
      Muchas gracias y "nos vemos pronto".

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  8. jijiji que sonrisa más auténtica con las correas :) felicidades mami!

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